
Las desgracias del escritor, y cómo enfrentarlas
Un escritor, habitualmente, se tiene que enfrentar con diversas modalidades de desesperación. No importa si escribe novelas, poemas, guiones, tuits o prospectos, los problemas son siempre los mismos. A veces estos dramas llegan solos, otras veces acompañados, incluso se han registrado casos en los que ni siquiera están ahí pero se les padece igual. Hablo de todas esas ocasiones en las que el domador de letras, sentado ante un ordenador, hoja de papel, libreta o pergamino, comienza a pensar demasiado, se le amontonan las ideas en el cerebro —o en el corazón, eso depende del escritor— y ya está liada, porque no es posible poner orden en ese síndrome de diógenes mental que tarde o temprano padece cualquier aspirante a Shakespeare. Vamos allá. 1. «No encuentro las palabras», también conocido como…