Podría parecer obvio, pero el cine de terror en su forma más primaria debería dar miedo. Generar inquietud. Dar forma a temores profundos. Por lo general, eso no ocurre. Habiendo normalmente más efectos y trucos que pavor palpable. Pero con Host el tema podría ser otro.
Contexto: pandemia de COVID. Todos metidos en casa, pidiendo la compra por internet y hablando con nuestros seres queridos por Zoom. El cine se queda paralizado también, justo cuando más lo necesitamos. Pero como tantas veces, la creatividad sale al rescate y ofrece algo.
Ese algo es Host y ese alguien es Rob Savage. Que montó una película completa desde el ordenador, trabajando con los actores en remoto y tirando de ingenio cuando los problemas aparecían.
¿La idea? Una sesión de ouija vía Zoom se vuelve peligrosa e incontrolable. Y da miedo. Bastante, en realidad. Quizá porque se vuelve «real» por su forma (webcams y la interfaz de Zoom). O quizá porque todo parece cotidiano. O tal vez sea porque es un cine que no parece cine.Pero hay interpretaciones serias, y un enfoque narrativo de lo más sugerente.
Su principal problema podría ser que se mete en lugares comunes en lo referente al guion, y a ese respecto acaba resultando hasta cierto punto convencional. Pero, francamente, eso no nos debería importar demasiado. Lo digo a menudo: el cine es su forma, depende de ella.
Y Host destaca. Crea una atmósfera malsana y asfixiante. Genera una tensión con la que una buena cantidad de grandes filmes de abultados presupuestos no pueden ni soñar. El terror a veces puede dar miedo y obligarnos a mirar en los rincones oscuros. Este filme lo logra.